sábado, 26 de diciembre de 2009

-2, 2

Va a dejar de respirar. Como lo oyes. Me acabo de enterar en la frutería de que va a dejar de respirar. Voluntariamente. ¿Habrase visto persona más temeraria? Aseguran que está cansada de las terribles mañanas de otoño. Vamos, ni que fuera ella la única que las padece. Rara. Siempre fue una niña muy rara. Y, claro, con los años la cosa no ha hecho más que empeorar. Pobrecilla, con lo mona que es. Comentan que lo tiene todo preparado, que lleva semanas ensayando una técnica milenaria que ya domina por completo. Se atará las manos a la espalda y, de un solo salto, se tirará en plancha sobre el sofá. Apoyando la cara sobre el cojín que le toque en suerte, permanecerá inmóvil en dicha postura el tiempo necesario para que el espacio comprendido entre su cara y el citado cojín se hermetice hasta la más absoluta mimesis. Ha prometido no gritar, como si eso sirviera de ayuda a alguien que pasa las tardes sola… En fin, antes de que anochezca espera alcanzar un tono violáceo muy acorde con la ropa que lleva hoy puesta. Cuando llegue al blanco, todo habrá dejado de importarle. Lo que yo te diga, rara, rara.




Pues eso, que espero que te apuntes para ver el espectáculo. Igual tenemos suerte y aparecen los bomberos con sus bíceps, sus tríceps y sus mangueras. Chica, anímate, que no todos los días conoce una a alguien que ha decidido dejar de respirar.

1 comentario:

  1. Sensibilidad extrema bajo un absurdo envolvente. Me gusta.

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