viernes, 25 de diciembre de 2009

Fait accompli

Mi ánimo se eleva y desciende con la misma facilidad que lo hace una cometa en su affaire apasionado con el viento. La observo embriagada por los recuerdos, mientras el vértigo de sus cuerdas se enreda en laberintos de nudos que se ensañan con mis manos casi hasta ensangrentarlas. Y son ellas, empapadas y rotas, las que me atan a una realidad de aficionados donde mis pensamientos pasean desorientados entre páginas en blanco.

Mi ánimo se sumerge en lo más profundo de mí robándome el oxígeno en un vano intento de ahogarme en mi propio yo. Cansados, muy cansados de gritar a quien no tiene oídos, mis dedos rebeldes tomaron las riendas de mi vida echando a volar mi ramillete de cometas. Lejos. Bien lejos. Muy lejos. Tan lejos que hace días que mis ojos no alcanzan a nombrarlas.

Mi ánimo deambula perdido abriéndose paso entre gente que guarda su voz para mejores ocasiones. Y sonrío sin ganas mientras invierto mis horas en la búsqueda incesante y absurda de un camino alternativo donde las cometas no despeguen nunca del suelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario