viernes, 25 de diciembre de 2009

"La fille sur le pont" de Patrice Lecomte

El trajín diario que me impulsa y me agota a partes iguales me conduce, inevitablemente, a un receso en el camino abrigado sólo por el aislamiento más absoluto. Como una luciérnaga en busca de luz artificial en una oscura noche sin luna, escudriño mi propia silueta en el mullido sofá de mi salón con la exclusiva compañía de un DVD: La fille sur le pont de Patrice Lecomte.
Pocas veces he podido disfrutar tanto de una película hasta el punto de poder saborearla en mi boca, despacito, dándole vueltas con la lengua, mientras en mi paladar se asienta un desconocido pero atrayente sabor dulce que tiende a condensarse en mis labios. La temible sensación de llegar a separarlos para lanzar un suspiro de anhelo al viento y que ese sabor extrañamente dulce y atrayente se escabulla para siempre, me hace inspirar todo el oxígeno que mis pulmones permiten albergar. La magia del momento dura un par de segundos, los suficientes para impregnarme de la dulzura de una historia de amor que se desarrolla como nunca antes conocí.

La chica del puente es una historia de deseo y pasión bañada por las aguas de un río que fluye como la vida, imprevisible y cambiante. El encuentro casual de los protagonistas, que ya utilizara el director de forma magistral en El marido de la peluquera, se instala casi desde las primeras secuencias del film como alternativa a una rutina insulsa para la que el suicidio parece resultar la única salida. Al igual que dos amantes que de continuo se acercan y se distancian para evitar cualquier compromiso que les ate, la historia deambula entre encuentros, desencuentros y reencuentros de una pareja dibujada con los trazos de un vínculo indeterminado. Sólo la medida en la que estos desencuentros se incrustan en la piel de los protagonistas es la responsable de que las heridas sanen o los arrastren como la corriente a una muerte "amatoriamente" previsible. Dicho lo cual, me pregunto soñolienta en el mismo mullido sofá donde comenzó esta historia, fingiendo leer los títulos de crédito, quién salva a quién en las innumerables y dispares historias de dos...



ARGUMENTO: Adele, una joven cansada de no encontrar un sentido que justifique su triste existencia, decide acabar con su angustia vital arrojándose al Sena desde un puente parisino. Es entonces, navegando entre sugerentes blancos y negros, cuando Gabor aparece como una ráfaga instintiva que emana del deseo más simple ofreciéndole a esa chica extraña de mirada triste una muerte más sutil, arriesgada y furtiva: Someterse al lanzamiento de cuchillos de su propio espectáculo circense. La palpable diferencia de edad entre ellos no es inconveniente para entrelazar dos destinos atrapados por las coincidencias más sorprendentes.

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