domingo, 27 de febrero de 2011

“La última salida”, una novela de Francisco J. López Fernández

Lo que son las nuevas tecnologías. Debo reconocer que, cuando a través de Facebook recibí la invitación para acudir a la presentación de esta novela, no me lo pensé demasiado, al menos no tanto como me suelo pensar acudir a eventos similares, aunque las vacunas de los dos meses que esa misma mañana pusieron a mi chico, bastante bestia la enfermera de turno dicho sea de paso, y una posible reacción adversa me hicieron dudar casi hasta el último momento. Pero mi chico se portó como un campeón y, salvo porque estuvo toda la tarde algo patosillo, no me impidió disfrutar del evento.
Ya Carmen, uno de los lazos de unión entre el autor y la que escribe, me lo había avisado en varias ocasiones: “Silvia, es una lástima que no conozcas a Fran, te sorprendería su carisma”. Y vaya si me sorprendió. La última salida fue presentada el pasado jueves 17 de febrero en el Colegio de Enfermería de Sevilla en un acto distendido en el que el autor, arropado por numerosos amigos, varios conocidos y algún que otro curioso, hizo gala de un tremendo desparpajo en estos quehaceres literarios para delicias de todos los allí reunidos. Hoy, a falta de tiempo para realizar una reseña en la que pueda explayarme a mi antojo, puedo decir que Carmen no se equivocaba en sus halagos, en todo caso se quedaba corta.


Francisco J. López Fernández (Sevilla, 1963). Diplomado en Enfermería por la Universidad de Sevilla, ejerce en la actualidad como Oficial Sanitario en el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos del Exmo. Ayuntamiento de Sevilla. En ésta su primera novela, La última salida (Ed. Vitela, 2010), con prólogo de Carmelo Gallardo Moraleda, Secretario General del Colegio Oficial de Enfermería de Sevilla, el autor construye una emotiva historia en la que da buena cuenta del valor y la entrega de los miembros del cuerpo de bomberos. Gracias a una trepidante narración que engancha desde la primera página, en la trama se evoca el incendio de los “Almacenes Vilima” ocurrido en Sevilla en 1968, tragedia en la que murieron dos profesionales del gremio. Autoeditada en un principio (Castillejo Ed., 2003), en esta nueva edición se incluye un relato inédito, titulado “Colibrí”, en el que se narra al estilo colorista de la civilización maya las experiencias de un bombero en Santa Tecla, una humilde población de El Salvador, tras la erupción tan caprichosa como cruenta de un volcán. Este relato fue escrito por el autor tras su regreso del terremoto de El Salvador de 2010.

Un premio muy "espe"cial

Hay días que, sin venir a cuento, brillan con una luz especial. Porque luce un sol de verano en pleno febrero. Porque los doscientos cincuenta gramos que has perdido haciendo limpieza a fondo te permiten engullir un BigMac con patatas normales y coca-cola light sin el mínimo remordimiento. Porque tu chico de dos meses, once días y seis horas ha dicho lo que una ha querido interpretar como un prometedor “MA”. O porque Espe, de http://tallerdepinturaenavarro.blogspot.com/, a la que conocí hace algunas semanas por una de esas maravillosas casualidades del destino, ha decidido otorgar este premio a mi blog.


Espe es una ARTISTA, así, con mayúsculas, de la pintura. Divaga entre diversos trazos con una maestría particular cargada de sencillez. Especialmente por eso me gustan sus creaciones. Además, compartimos tierra, de punta a punta, que no es poco.
Yo no entiendo de esto. De hecho, hasta hace un par de semanas este espacio era mío, sólo mío. Pero Espe me sirve de guía y yo, obediente como una niña de trencitas y calcetines hasta las rodillas, le sigo unos pasitos por detrás. Pues según sus propias directrices, ahora tendría que confesar siete secretos que, claro está, en cuanto los revele dejarán de serlo. Bueno, no voy a ser yo la que se salte las normas así a las primeras de cambio, pero tampoco estoy hecha para seguirlas al pie de la letra (ahí va uno de mis ex-secretos). Como no soporto el número siete ni ninguno de sus derivados (toma, ya van dos), me limito a reconocer que si hay algo que realmente no soporto, algo que me molesta y entristece a partes iguales, es la gente que miente sin necesidad. Me entra un noséqué interno que, dejando a un lado mi vena más conciliadora con las miserias del ser humano, me enfado irremediablemente con el mundo. Porque digo yo, si no hay necesidad de mentir, ¿por qué se miente?, ¿por costumbre?, ¿por miedo?, ¿por inercia?, ¿aburrimiento?, ¿compasión? Pues eso, que no me gusta la gente que miente sin necesidad porque me hace sentir mal.
El siguiente paso consiste en que yo conceda el premio a quince personas. ¿Quince? ¡¡Pero si no conozco a tantas que tengan un blog!! Imagino que se trata de una manera de dar a conocer blogs con inquietudes similares o afinidades parecidas. No sé cómo me las voy a apañar, en serio. En fin, haré lo que pueda.

http://twinsoutside.blogspot.com/: Por enseñarme a portar a mi chico de manera tradicional.
http://sevillaescribe.blogspot.com/: Por concentrar tantas y tan diversas manifestaciones literarias.
http://laportadoradesuenos.blogspot.com/: Por lo mucho que se lo curra.
http://peter-pho2.blogspot.com/: Por trasportarme a rincones desconocidos de París.
http://broches-tas.blogspot.com/: Por trabajar el fieltro de una manera tan extraordinaria.
http://kittyselios.blogspot.com/: Por tocar todos los palos. Y es que Kitty sirve igual “para un roto que para un descosío”.
http://kiselbri.blogspot.com/: Otra vez Kitty. Dos blogs, dos premios.
http://jesushernandezfoto.blogspot.com/: Por su maravillosa perspectiva fotográfica.
http://antoniomartnortiz.blogspot.com/: Por su enorme saber sobre el mundo clásico.
http://tallerdepinturaenavarro.blogspot.com/: Por hacer que el día virtual de hoy luzca con un brillo especial. Para ella seis premios. ¡Seis!


Misión medio cumplida, ¿no? Una, en su reducida capacidad de apertura social, ha hecho lo que ha podido, palabra.
¡¡GRACIAS ESPE!!

domingo, 20 de febrero de 2011

Oliverio Girondo o la sensualidad del 12

Está bien, lo confieso. Hace un rato me he tenido que reír de mí misma como si de otra persona se tratase. Y es que, siempre que tengo en mente dejar por escrito algún pensamiento inquieto que recorre a gritos mi cerebro de lado a lado, me digo bien segura: “seré breve”. Sí, sí, breve, claro, claro. Cuando he sobrepasado la segunda página de un mecánico WORD me ha sobrevenido una repentina risa, tan floja como silenciosa, que ha inundado la habitación por completo. Lo he borrado todo y he empezado de nuevo. En ésas me hallo.
No sé cuánta narrativa hispanoamericana del siglo XX he leído, pero de seguro que más de la que me gustaría. Eh, que conste que hablo con conocimiento de causa, obligado durante cinco años, pero conocimiento al fin y al cabo. Ricardo Güiraldes. Alcides Arguedas. García Márquez. Miguel Ángel Asturias. Juan Rulfo. Rómulo Gallegos. Y Mario Vargas Llosa, entre otros. Pues con todo no le he cogido yo gusto a la novela del otro lado del charco. No y no sé por qué. Quizás se cumpla en mí eso de que “no está hecha la miel para la boca del asno”. Quién es quién, miel/asno, narrativa hispanoamericana/yo, lo dejo a elección del consumidor.
¿Ves?, me pierdo, entre mis propias palabras y hasta en las de otros, me pierdo inequívocamente y sin poderlo evitar mientras la idea principal que te quiero contar permanece atada a un poste de madera en mitad de un mar de ideas secundarias. “Seré breve”.
Tampoco me gusta la poesía. Matizo. En todo caso me gusta menos que el sucedáneo de chocolate “Donaire”, en la misma medida que un bodegón del XVII y más, mucho más que la narrativa hispanoamericana. Pues fíjate tú que es precisamente la poesía de ese continente la que más me gusta. César Vallejo. Vicente Huidobro. Gabriela Mistral. Mario Benedetti. Oliverio Girondo. Oliverio Girondo, ¿te suena? Argentino de nacimiento, cosmopolita por convicción, su poemario Persuasión de los días (1942) es fundamental... al menos para mí. No voy a entrar en menesteres filológicos porque hasta para mí sería infumable en esta etapa de mi vida (la niña ya está crecidita y es poco impresionable), pero sí me atrevo a recomendar el sentir mundano de un poeta atemporal. ¡Buen provecho!

“Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehúyen, se evaden y se entregan”.


P.D. Posiblemente no es el mejor poeta de principios del XX. De seguro que no es el más conocido. Aunque a mí me llena sobremanera. Es fácil recomendar algo que te gusta, no me digas que no, pero compartir algo que te hace vibrar tanto que quisieras guardártelo sólo para ti como una posesión valiosa que manos ajenas pueden mancillar, querido, querida, eso no lo es tanto. Pero...