domingo, 14 de marzo de 2010

In-Munch-ne

"¡AAAAAAAAAAH!". Gritó con todas sus fuerzas, con tantas que hasta creyó que estallaban sus propios tímpanos. Gritó con tanta fuerza que hasta sintió quebrarse sus cuerdas vocales como si fueran las del arco de un violín impetuoso. Gritó como deben gritar los condenados a muerte, sin esperanza. Tal vez como lo haría un agraciado en cualquier juego de azar, con cierta incredulidad y reparo. Como un aficionado al fútbol ante un gol de su equipo en un partido de la "Champion League". Gritó con todas sus fuerzas, con tantas que hasta imaginó que perdería la voz. Gritó. Gritó. Gritó con todas sus fuerzas... pero nadie la oyó.

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